Sonríe con Marijaia en la Aste Nagusia bilbaína

“(…)Después de la comida, exquisita como las de Ferrán Adrià en El Bulli o los camarones fritos en Cádiz, Malena y Gorka pasearon por la Plaza Nueva, las Siete Calles y la casa de Simón Bolívar. El amigo de la verdad, ¡el tiempo!, les fue acercando. La simpatía de Marijaia lanzó a Gorka un guiño, en un descuido de Malena, e insistió con sonrisas para llamar la atención de Gorka. Pero éste besó con ganas a Malena y pudo aplacar el risueño encantamiento de Marijaia. Conoció luego la mitología de Mari (Madre Diosa en Euskal Herria), la leyenda de Aitor y a Urtzi (el Dios cielo, cual Júpiter latino), a Alba, Josune y Adrián, Néstor y Aitor. Le tentó la dulce Carolina en una confitería. En la puerta, un joven de Malí vendía figuritas de madera. Se alegró al ver a una amiga. –¿Ibedi? (¿Qué tal estás, Amaia?) –Se acercó a la mujer vasca. –¡Herre dron! (¡Estoy bien!) –contestó la joven en perfecto bámbara. Gorka vio a una bandada de pájaros surcar el cielo… y su corazón cantó ‘Txoria txori’: “Hegoak ebaki banizkio/ nerea izango zen,/ ez zuen aldegingo./ Bainan, honela/ ez zen gehiago txoria izango/meta nik... txoria nuen maite.(…)” (“Si le hubiera cortado las alas/ habría sido mío,/ no habría escapado./ Pero así,/ no hubiera vuelto a ser nunca más un pájaro./Y yo... yo lo que amaba era que fuera pájaro.(…)”) (Mikel Laboa, San Sebastián 1934-Donosti 2008)(…) (página 320)

“(…) Una primavera, Jorge disfrutó en el Entierro de la Sardina de Murcia gracias a la banda de música. Ese año, el actor Paco Rabal (Gran Pez) y su hija Teresa (Doña Sardina) hicieron sonreír a miles de murcianas y murcianos. Tras el desfile, Jorge y Jesús contemplaron en un museo pinturas de Ramón Gaya. A primeros de mayo, en las tierras murcianas de La Vera Cruz, con cuatro patas, alas en el equino mitológico, los caballos de Caravaca escalan el empinado cerro del castillo. La muchedumbre abarrota la cuesta, apiñados hombres y mujeres en abrazo callejero. Como en Los Sanfermines de Pamplona, un pañuelo al cuello identifica al miembro de cada peña, luciendo colores que las distinguen. Jorge quedó arrobado, como si oyese en una playa el ukelele en Hawai: –¡Caballos de oro! –Se apartó el joven músico. –Los engalanan con capas doradas –le precisó una vecina. Cada caballo poseía una corte de seguidores que le gritaba y animaba: –¡Sube! ¡Sube! –Voceaban enardecidos. –Deben calcular la resistencia más que la velocidad –dijo un vecino a otro. Idéntica a la carrera de fondo de nuestra maratón diaria, inteligencia y ahínco combinan sus potencias en las calles de la ciudad murciana, en la carrera festiva de Los caballos del vino en Caravaca, para cruzar con seguridad la meta. (…) (página 61)

“(…) –Te espero; sin prisa. ¡Tranquilo! –Sobre la bicicleta tarareando, sonriente con la carta en la mano izquierda, Paco consumió los segundos en el repaso de una alegre salve rociera. –Le queda ya poca mili –deseó el optimismo del padre. –El matasellos es de Santa Cruz de Tenerife. –Lleva un año. Vio allí jugar al tenis al joven Santana y correr en moto a Ángel Nieto. –¡Canarias, tierra de encuentro; alegría y sol! –musitó el cartero andaluz. –Mi hijo canta en una murga… y le han invitado también a cantar en los carnavales de Cádiz. –Yo iría encantado a tocar con mi guitarra. Gracias a la milicia, tu hijo salió del pueblo –opinó con tino Paco, jefe de los carteros del pueblo. –Tienes razón… y además pudo hacer su primer viaje en avión. –¡Feliz día, Jerónimo! ¡Jugaré esta noche a los cartones de la suerte! –¡Buen día, cartero! ¡Que cantes bingo! (…) (página 96)

“(…) Otro día, cuando la aurora extendía sus anaranjados dedos por el barrio en fiestas, la banda de música donde tocaba Jorge pregonó el despertar feliz. Las falleras cantaban ese día por la calle: “¡La manta al coll i el cabasset/ mon anirem al Postiguet!/ La manta al coll i el cabasset/ mon anirem mon anirem al Postiguet! ¡Arreando xim-pam-pum, arreando xim-pam-pum!” (¡La manta al cuello y el capacico/ nos iremos al Postiguet… ¡Arreando chim-pam-pum, arreando chim-pam pum!) Por una ventana, se asomaron la belleza y la simpatía de la fallera mayor: –Venid, os saco chocolate caliente –convidó Amparo. En el pentagrama de la amabilidad (…) (pág. 97)

“(…) –¡Sorpresa para mí, de papá! –Cogido a la carta, dio vueltas Jorge igual que Miguel López cuando guía a Los Armaos en la danza El Caracol. Ve a Orihuela en Semana Santa, verás a Pitoto reencarnado, siente la Retreta romana tras las procesiones, y aplaude a la centuria en la Plaza Marqués de Rafal. (…) (pág. 43)

“(…) –¿Dónde tocas hoy con la banda, Jorge? –se interesó su madre. –En la Semana Santa de Cartagena… y veré el submarino de Isaac Peral. –¿Con los Marrajos o los Californios? –Cortó pan y trozos de queso manchego–. Dicen que son procesiones muy bonitas. (…) (pág. 55)

“(…) Cada vez que veía partir a su hijito en el bus de la banda de música, Rosa se preocupaba siempre en demasía: –¡Mañana, tocáis en la procesión de Los Salzillos en Murcia! ¿Cuándo descansarás, hijo? Toma 50 pesetas: acuérdate de traer dos pasteles de carne murcianos. Tu padre y yo lo queremos probar. ¡Dicen que el chorizito está rico! –¡Descansaré recostado en el autobús! Regreso de madrugada. Al acabar la procesión, los músicos estamos invitados en el Teatro Romea al concierto de la Banda Real, con el director Grau Vegara, de Bigastro. Tranquila, te compraré los pasteles de carne. –Dio un beso a su madre y salió hacia el autobús. (…) (pág. 56)

“(…) Ahí fue donde Jorge entendió la visita, esa tarde, a la Dama en La Alcudia y luego el descubrimiento de la Calahorra almohade. Buscadla en la ciudad de Elche. ¡Visitadla! Allí dentro se sintió Jorge en la cámara secreta de la gran pirámide por sus jeroglíficos de logia masónica, enigmáticos, pintados en paredes y techos. Y de seguido recordó Jorge su emoción y alegría al sentir la lluvia de oropel sobre su cabeza rizada, esa tarde en Santa María, en la representación de El Misteri d’Elx. Suena el órgano del templo y se abre el Cielo en la bóveda mayor: desciende El Araceli. La piel de Jorge se erizó de emoción y el alma se le conmovió en el canto de los ángeles inundando la basílica. Todavía inmerso Jorge en su audición claustrofóbica, despertó de golpe, esa Nit de L’Albà en la terraza, al escuchar de nuevo la voz del primo: –Jorge, bajemos a casa. ¡Hay que dormir! –¡Y soñar! (…) (pág. 68)

Minotauro y corridas de toros en España con Belmonte y Curro Romero. “(…)A eso de las cinco de la tarde, chorreándole el helado de chocolate por la boca, Maya abrió la puerta del toril y empitonó a Jorge: –Me traeré a mi amigo de Cuba. –Se metió en la boca dos cucharadas de mus negro y lanzó luego excusas y cornadas de Minotauro. ¿Para resarcirse de heridas por los engaños de otros hombres o para zanjar un dilema insoportable? A Jorge se le cayó el alma a los pies. Se esfumó el aroma de la canela que sorbía a traguitos. Con la sangre alterada, se acordó de Otelo interpretado por el tenor Plácido Domingo. Y de seguido sintió un pianísimo triste en dúo de Pavarotti y La Caballé. Pero elevó la mano hasta el costado izquierdo y tapó el pinchazo. A la vez, sacó el capote, con la maestría de Belmonte y de Curro Romero, y sesteó las embestidas de la fiera: –¿Qué ocurre conmigo entonces, Maya? (…)(Pág. 191) 4 de Julio, Fiesta Nacional en los Estados Unidos USA. “(…) Y Rosa confesó a los niños: –Hijos, fueron años difíciles tras casarnos… pero fáciles donde hay amor. –¿Qué es el amor, mamá? –rogó Jorge. Por la inquietud del hijo, la madre lloró en el silencio del amor puro, sacrificio incondicional, felicidad donde goza el alma. Su esposo había nacido el 4 de julio, fiesta en Estados Unidos. Independencia, criterio propio, honradez, ahínco y valor, que Pedro transmitió a sus hijos y sus hijas. Trabajó con gran esfuerzo como inmigrante y sacó adelante a la familia. Por su parte, Rosa, en la creación de un hogar feliz, cuidó con ternura a sus tres hijos y luego dio a luz a dos niñas y al benjamín de la casa. El alma del niño Jorge miró a los ojos de su madre y le agradeció haber mantenido siempre a los hermanitos juntos. (…) (Página 42)

Habaneras en la Playa del Cura en Torrevieja, Ricardo Lafuente y Francisco Grau. “(…) Esa mañana, la terraza contigua al río, donde te sirven tapas exquisitas, estaba vacía. –Hay cocido con pelotas pero ni uno serví –denunció ante los periodistas y reporteras– por culpa del perfume del río. ¡Cerraré! ¡Veremos quién atiende a los turistas! Yo me voy a Torrevieja a pasear y a descansar junto al mar. Saludaré a La Bella Lola en la Cala del Moro. Dicen que su amado marino regresa mañana en La Gaviota. ¡Ah, Ricardo Lafuente dirige esta noche habaneras en la playa del Cura! Y Paco Grau, el director de Bigastro ¡Quedaos con la peste del río! (…) (Página 142)

Galas ‘Drag Queen’ en Las Palmas y Maspalomas (Islas Canarias-España). “(…) Quería Maya ocultar su pequeñez con un moño alto, ridícula lechuga, y tacones que elevaban sus talones y glúteos. Jorge miró el uniforme de batalla. Calló. Lucía medias negras de rejilla y ceñido cinturón. Pendientes que le alargaban más las orejas y camuflaje antiarrugas. ¡Cierto que el vampiro se esconde y sólo sale de noche! Maestra en yoga y en meditación, la vegetariana se tapaba los hombros con una torerilla de zorro tiroteado. Ante la sex-symbol de esperpento, pésima y ridícula drag queen -(la hubiesen echado a tomatazos de las galas Drag Queen de Las Palmas y de Maspalomas)- Jorge hizo un esfuerzo de disimulo y se aguantó la carcajada. A bote pronto, por complementarle el disfraz, nuestro amigo le hubiese regalado un látigo. –¡Sorprendente! ¡La primera mujer vestida así con quien salgo! –La aplaudió, disimulando Jorge la ironía. Rozaba el ridículo pero ni dijo una palabra más. Mejor callar y observar. (…) (Página 216)

Fiesta de ‘Moros y Cristianos’ y ‘El Desembarco’ en Villajoyosa. “(…) Durante los años de disfrute y aprendizaje de Jorge en la banda de música, el joven Jorge conoció pueblos y ciudades. Se bañó con otros jóvenes músicos en la playa de Poniente e hizo la travesía hasta la isleta en Benidorm. Descubrió festejos inimaginables en su pueblo como el Desembarco en Villajoyosa. Le embelesó la arcabucería de los Moros y Cristianos en Elda, Petrer, Sax, Villena, Novelda, Alcoi y Crevillent. En Crevillent, descubrió con diez años estos festejos espectaculares. Ataviadas de sonrisa deslumbrante, desfilaban las mujeres por delante de los hombres. Les marcaba el camino la sensibilidad que imana lo femenino, pues te magnetiza y señala la senda feliz. –¡Vienen los guerreros! –Se visten como los guerreros de la historia pero todos son gente alegre y pacífica –aclaró el director a los músicos novatos. –¿Por dónde van? –Recorren las calles. Y nosotros tocamos marchas detrás de sus filas. –¡Somos guerreros! –Cuatro niños músicos imitaron el paso marcial festero. –¡La música une siempre a los pueblos! –De pie, sostuvo el director. –¿Pero nos vestimos igual que ellos? ¡Somos guerreros! (…) (Página 60-61)

‘La Soldadesca’ en Granja de Rocamora (Alicante). “(…) Durante horas y horas, en la atalaya que constituía para él la puerta de la casa, Jorge estudiaba cómo hacer realidad el objetivo de alcanzar la esfera situada en el cielo. Un día tres de mayo festividad de la Santa Cruz, el volteo de campanas y la cohetería, porompompero de fiesta al estilo del cantaor Manolo Escobar, pregonaron la salida de La Soldadesca. Al compás de los arcabuces, lanzando escupitajos de pólvora, y el son de la charamita aflautada, saltaban dos niños ataviados como angelitos. En vistosos tonos azules y rojos, se revolvían entre las banderas que enarbolaban los capitanes del festejo por las calles y plazas. En su interés por conocer más, Jorge prestaba atención a la música sonando por doquier, sin quitar ojo al otro lado del muro verde, la huerta, donde se veía protagonista de mil y una aventuras. Desde el portal, el niño admiraba el vuelo de las nubes, cuando vio aparecer a su padre en la bicicleta. (…) (Página 20)

La Cabalgata de Reyes Mayos en Alcoi-Alcoy puede ser la más antigua del mundo. “(…)Jorge daba ya siempre rienda suelta a su alma de la niñez. A todas horas veía en el cielo nubes de algodón preñadas de luz. Se le aparecían durante el día y también en sueños. Lo trasladaban a la infancia, desnudez curiosa, ávida de experiencias. Seguro que tú has visto esas nubes. Te fijaste en ellas cuando eras niña o niño. Levanta tu mirada hacia lo alto pues las nubes siguen ahí arriba. ¿Olvidadas cuánto tiempo? “Dondequiera que haya niños existe una edad de oro”, evocó Novalis, escritor alemán. Celebrada la Navidad y el júbilo por el Año Nuevo, antes de que Baltasar desfile en el centro de la cabalgata señera de Alcoy, los moradores del valle del Serpis preparaban con ilusión la fiesta más querida por la chiquillería alcoyana. Cuatro de enero. Siete de la tarde. Acudió al pisito de Belsari a revisar el planisferio celeste. Tocó la puerta. –¡Avant, Jordi! (¡Adelante, Jorge!) –¡Gracias! –Cerró la puerta y dejó la cazadora en el perchero de la entrada. (…) (Página 266)

(Ver la sección Tradiciones y Fiestas en el Índice anexo al final de la novela)

| Etiquetas | Comprar | Contacto | Política de privacidad